La creación en el cine documental es un proceso continuo y abierto en cada una de las fases. Con la reescritura que se realiza en el montaje se cierra el corte final de la película, por lo que su importancia es decisiva. Al igual que en otros itinerarios, existen distintas prácticas y metodologías, dependiendo tanto del tipo de película como de los cineastas que las llevan a cabo. Así mismo, el montaje se complementa con los procesos de posproducción de la imagen y del sonido -color, gráfica, VFX, ambientación sonora, música, mezclas-, que deben añadir capas expresivas coherentes a la película, intensificando la propuesta estético-artística.
La escritura del guion en el cine documental finaliza en la sala de montaje. El material filmado o el archivo compilado se convierte en esta fase en un material único, que debe revelarse como nuevo para que terminemos de armar el film. Así, el visionado y la escucha del material, la reescritura paso a paso en la edición o el diálogo entre imágenes y sonidos permiten configurar distintas versiones de la película, que se van depurando con el tiempo. Sin duda, es un proceso laborioso y complicado el que nos conduce al corte final.
Con la postproducción, el montaje de la imagen se amplifica a distintos niveles. Por un lado, se lleva a cabo la segunda fase del diseño de la fotografía con la corrección de color y etalonaje. Como elemento estético, la luz y el color dialogan para reforzar la intención de la película. En la misma línea, los elementos gráficos y la incorporación de efectos visuales (VFX) deben en su caso enriquecer la expresividad de la obra sin distorsionarla.
Al igual que con la imagen, la segunda fase del diseño sonoro se cierra con la posproducción. Este diseño incluye la ambientación sonora, la interpretación de las voces, la incorporación de la banda sonora musical o los efectos sonoros para potenciar el trabajo realizado en el montaje. Por último, las mezclas aportan la sutileza de los planos o capas sonoras y la dimensión sensorial del film.